19 de diciembre de 2009

Infancia

AUTARQUÍA

© 2009 Joaquín Artime






A mi madre y a mi padre, por primera vez



Quiero morir en los brazos de mi infancia


con los cordones declarándose a todos los charcos


desanudando los huecos del asfalto


las largas tardes de lluvia


Los labios vestidos de cacao


de las lágrimas dulces de los pequeños dramas


Mi infancia alegre


mi sonrisa ancha


los rizos rubios como ramilletes de versos


entrelazados


Morir en la voz de mi madre


en sus ojos verdes y amplios rindiéndose a la vida


las puertas cerradas


abiertas las ventanas en nosotras


prematuras y tenues


Acabar los días en la Aldea del Arce


disfrazada de caperucita


ejerciendo mi libertad sobre las nubes


volviendo al día en que nuestro padre abandonó el mar


sus barcos y su sed


con su mano grande y su frente llana


achicando los peldaños de todas las escaleras


para que pudiéramos volar


Terminar


disolver las rocas de todos mis huesos


con mi mar


con mi niñez pintada de limones


y peces azules

3 comentarios:

Joaquín Artime dijo...

Niña, un placer que un cuadro mío acompañe algo tan personal, tan íntimo, cercano y bello.
Tuyo siempre. Qué decir.

Anónimo dijo...

No sé si por la fecha, o por las fechas, o simplemente porque me has tocado mi (gran) punto débil, este texto me ha hecho llorar.

Muy bueno. Me parece muy bueno (y justo) que le hayas dedicado algo tan bello, sensato y adulto a tus padres.

Un beso, mi niña.

a pena grande dijo...

Últimamente, cuando algo me perturba, me pongo a hablar como un niño. De unos dos años. En casa ya se han acostumbrado. No sé si se darán cuenta de que ese niño también sufre. Pero me ayuda muchísimo.
Es muy curioso que ese niño nunca nombre a su mamá, pero que cada vez que abre la boca repita:
- Me lo dijo mi papá, que es muy listo.
Ese niño no soy yo, porque mi papá nunca me decía absolutamente nada.
Bueno, sí que soy yo. Pero mi papá es otro. Y muy listo.
Hoy, en una librería, mientras compraba un Murakami, oí a una niña que me imitaba muy bien. Hablaba con una amiga imaginaria (para mí) y le decía que había un libro muy "chuli". Pero ella iba con su papá.
Tengo ganas de ser niño de una puta vez.
De chaval, nueve o diez años, tenía un ensueño recurrente: mis padres se morían. Supongo que me quería dar lástima a mí mismo.
Un papá es un señor que al abrir la puerta de casa te aplasta el pecho con la culata de un subfusil. Y una mamá es una señora que hilvana pantalones y a veces llora con chillidos ahogados e histéricos. Te aplasta el pecho con su cobarde prepotencia y se cree la mejor madre del mundo. Es decir, la más eficiente, según su criterio. Quizás por eso el niño que últimamente habla en mí ni la nombra.
Es curioso que este niño en mí no tenga ni un solo amiguito.
A los que cercenan infancias habría que colgarlos de los huevos y de los ovarios.
((Ah, me ha gustado mucho el poema , Lau...¿No te has olvidado de alguien? No. No cabría en ese poema)).